Cuentos para recordar: Las gracias de Doña Gracia

lunes, 12 de septiembre de 2011

En una vieja aldea vivía doña Gracia, una anciana muy querida y respetada por todos los pobladores.
A pesar de haberse divorciado cuatro veces y haber enviudado otras dos, Doña Gracia conservaba la sonrisa de sus tiempos de juventud, ya que siempre estaba dispuesta a ayudar a quien la solicitara.
-Doña Gracia, el domingo tengo gente en casa y no sé con qué agasajarlos, ¿qué me aconseja?
Doña Gracia no perdía la paciencia y enseguida alistaba ideas y hasta se ofrecía a dar una mano en la cocina.
Pero su verdadera pasión eran los niños y la naturaleza. A pesar de que su físico no la ayudaba demasiado, el contacto con ellos era irrenunciable.
-Doña Gracia, usted no está en condiciones de andar cuidando niños ni de hacerse cargo de las plantas de su jardín, no le hace bien a su salud, se puede caer, lastimar. ¡Usted a su edad debería descansar! –le aconsejó Matilde, su vecina.
-Gracias por el consejo Matilde, pero si no estoy con los niños y con la naturaleza, ¿a quién le voy a poder dar las gracias, entonces?
-¡¡¡Pero el agradecimiento se lo tienen que hacer a usted, Doña Gracia, porque los cuida, los atiende y los educa¡¡¡. ¡Es una locura creer que tenga que ser usted la agradecida!
Y ese era el gran problema de Doña Gracia, pocos entendían lo que ella trataba una y otra vez de explicarles. La mayoría reaccionaba de mala manera cuando ella se empeñaba en darle las gracias a todos.
-Sabés, Matilde, yo doy las gracias porque en realidad me siento agradecida.
-A ver, a ver, a ver. A ver si nos entendemos –dijo Matilde un tanto ofuscada y molesta- Usted se divorció cuatro veces y a sus cuatro maridos les dio las gracias a pesar de que recibió malos tratos del primero, de que el segundo era un vago, de que el tercero era mujeriego y de que el cuarto se gastaba la plata en el juego, ¿y ahora le da las gracias a los niños y a las plantas?
-Te lo voy a explicar Matilde. A todos mis maridos les di las gracias porque me enseñaron a no volver a recibir malos tratos de nadie, a no mantener vagos, a que nadie más me comparta con otras mujeres y a no trabajar para darle plata a un jugador.
-¿Y a sus dos maridos muertos qué les agradece? –preguntó Matilde
-Al primero le debo la enseñanza de que rechazar a los niños nos hace tristes, malhumorados y nos acelera la muerte, y al segundo que si no estamos agradecidos por lo que somos y lo que tenemos, dejaremos este mundo cegados de odio y de rencor, porque todos, absolutamente todos pasan por nuestra vida para enseñarnos algo que no conocíamos. De nosotros depende que tomemos el aprendizaje o nos sintamos víctimas de las injusticias.
Matilde se quedó pensativa. Se dio cuenta que ella no era una mujer agradecida, quizás porque nunca nadie le enseñó a serlo o porque no supo darle el auténtico valor a lo que había recibido.
Doña Gracia percibió la incomodidad de Matilde, por eso, y luego de tomarse un tiempo, le dijo:
-Alguna vez me pregunté cómo podía cambiar algunas cosas de la vida porque ésta no era como a mí me gustaba, pero me di cuenta que ni las personas, ni la naturaleza ni nadie tenían por qué satisfacer mis deseos., y así fue como encontré la respuesta.
-¿Y cuál fue esa respuesta, Doña Gracia?
-Yo creía que lo que me estaba faltando era más valioso que lo que había tenido, sin darme cuenta que lo que realmente me faltaba era sólo un complemento de lo qua ya tenía. Entonces empecé a agradecer y me di cuenta con qué poco se consigue tanto.
Matilde siguió barriendo la vereda sin darse cuenta que ya no había ninguna hoja en el suelo. En un instante se detuvo para hacerle una pregunta a Doña Gracia
-Dígame Doña Gracia, ¿cree que a mi edad todavía estaré a tiempo de aprender a ser agradecida?
-Creo que cuando no estés tan pendiente del tiempo de tus años, lo estarás, Matilde.
Ambas se despidieron afectuosamente y Matilde se llevó quizás un gran desafío para con ella misma. Pero en minutos arrojó la escoba al piso y salió corriendo al encuentro de Doña Gracia
-¡Doña Gracia, Doña Gracia!, no se vaya, ¡me olvidé de agradecerle!...y ¿sabe qué? Creo que a partir de ahora la vida va a tener otro sentido para mí.
-La vida tendrá o no tendrá su sentido Matilde, Cada uno se lo dará o no. Lo importante que estás logrando es que en lugar de preguntarte cuál es el sentido de la vida ya empezaste a cuestionarte qué sentido le estás dando vos a tu propia vida. Ah, ¡me olvidaba decirte lo más importante!, porque para eso has venido
-¿Qué cosa, Doña Gracia?
-.... ¡Gracias Matilde!
-¡Gracias Doña Gracia!

Carlos Mascherpa

RESONANCIA:

Soy Carlos Mascherpa, quien pasaba por casualidad en el instante en que Doña Gracia nos contaba lo agradecida que estaba hacia muchas personas.
Y su voz cálida y acogedora, me llevó a recordar sucesos puntuales de mi vida. Sucesos que no fueron tenidos en cuenta en ese entonces, y que posteriormente me permitieron acceder al aprendizaje en esta gigante escuela llamada vida.
Doña Gracia me recordó que agradecer es mucho más que dar las gracias. Es estar en estado de gracia. Y no quisiera cerrar esta resonancia sin agradecer al amigo Lucho y a todos los que compartimos “Enfocados en vos”, porque estoy seguro que entre todos, y al reconocernos, hacemos algo más que este maravilloso programa de radio. Hacemos la vida día a día, minuto a minuto. Hoy quiero darte un gracias diferente, un gracias de la mano de Doña Gracia.

1 comentarios:

Norma. B. Gimenez

12 de septiembre de 2011, 11:05
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1

dijo...

Que otra cosa puedo decir más que GRACIAS. Gracias a Carlos por poner en palabras este sentimiento sanador; y Gracias a Lucho por este espacio.
Sólo en estado de Gracia podemos crearnos nuevas oportunidades. GRACIAS.....