Como sentimos lo que vivimos? (El miedo a envejecer)

viernes, 17 de junio de 2011


De donde nos surge el miedo a envejecer?

Este miedo puede relacionarse con el hecho de que cuando miramos a los ancianos, es como ver en un espejo quizás la imagen de nuestra propia vejez. El no poder liberarnos de los conceptos que nos impone la sociedad para este momento de la vida, ya sea la desvalorización, el aislamiento, la incomunicación, el recorte de cierta inclusión social, etc, que vivencian los ancianos, nos provoca una profunda angustia…

Las ideas y creencias que tengamos acerca de la vejez de alguna manera pueden ir orientando nuestro propio futuro.
Si pensamos y sentimos a nuestros mayores como seres improductivos (evaluando la productividad material), como una carga social y familiar, si no logramos entender que las arrugas y cierta tonicidad muscular perdida, lo que llevan en sí mismas son experiencias de vida y madurez, es negar claramente lo que será una parte de nuestro futuro . Es gastar parte de nuestra energía en intentar que sea lo que no es, en lugar de crecer con el tiempo y madurar a la par de los años que nos toquen vivir sintiendo que cada momento es único e irrepetible en la “universidad del vivir.”

Es necesario comprender que como seres bio- psico -sociales llevamos un proceso de maduración y envejecimiento implícito, sin embargo sentirnos viejos, creernos viejos, puede ser un estado.
Dependerá de las ideas y conceptos que liguemos a ese sentir para que definitivamente influya en nuestra forma de vivir…

Quizás el miedo a la vejez pueda diluirse llenando nuestros espacios de tiempo con proyectos y experiencias significativas.
Algunas veces mal creemos que ciertas emociones o emprendimientos no son convenientes para los ancianos, sin embargo deberíamos intentar entender que en muchas oportunidades incluso de nuestro actual transcurrir, lo que precisamente nos sostiene y nos ayuda a continuar adelante son esos impulsos intensos que nos provoca un objetivo que tengamos y los afectos profundos de quienes nos rodean.

Alejar esta etapa de nuestras vidas negando o desvalorizándola, no nos permitirá poder prepararnos para nuestra ancianidad.
Si vemos a la ancianidad como algo ajeno a nosotros, nos estamos equivocando… pues llevamos latente nuestra propia ancianidad.
Desde mismo momento en que nacemos comenzamos a dirigirnos hacia ella.

Quien puede comprender esta regularidad tal vez pueda proyectar y planificar su propia senectud, sin temor, con alegría y el propósito de vivir la vida “armando el equipaje para el viaje final”.

En la juventud encontramos todo el potencial para que alcancemos un ocaso pleno en relación a lo experimentado, asimilado y aprendido en el viaje de la vida...

Cltr. Graciela Taffarelli.





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