Como sentimos lo que vivimos? (Cuando manipulamos?)

lunes, 16 de mayo de 2011




¿Cuándo Manipulamos?

La culpa , es un buen ingrediente, factible de utilizar en un vínculo donde la manipulación se hace evidente.

El sentimiento de culpa, de inferioridad, la baja autoestima y otros aspectos, vuelven a la persona más vulnerable por lo tanto más dúctil para ser manipulada.

Es común que en las relaciones humanas haya intensiones de querer influir unos en otros. Y esto puede darse desde el pensar, el sentir o la acción. Es muy probable que en un vínculo cada una de las partes tenga como propósito influir en la otra.
Si se revisa detenidamente los mensajes y los acontecimientos diarios, se puede uno dar cuenta que hay bastante de esto…

Cuando se reclama a un hijo una conducta determinada, cuando un profesional cambia los tonos en su voz para dirigirse a su paciente y persuadirlo de llevar a cabo un tratamiento, cuando se hacen determinadas preguntas que sugieren ciertas respuestas… “¿No te parece que tendrías que hacer esto o aquello..?”, da cuenta de esta idea…

La comunicación, tiene aquí un papel significativo, la manera en que se comunica puede ser un punto nodal a través del cual se puede manipular al otro.

¿Cuándo se está manipulando?

Cuando se ejerce la imposición, el poder para persuadir sin contemplar lo que al otro le sucede, sin considerar su sentir.
Censurar la integridad del otro, culpabilizándolo, atenta directamente sobre su imagen interna, sobre su propia valoración, sin dejarle margen para restituir su auto-concepto.
Muchos de estos mensajes son emitidos desde la niñez, cuando se dice por ejemplo: “Que mal que te portás...” “…Con todo lo que hago por vos”. “Solo me das disgustos”. “Por tu culpa me duele la cabeza”, “Me voy a enfermar con todo lo que me haces”. “Hacés esto solo para ponerme triste”, etc.

Estas y muchas otras expresiones, manifiestan en el fondo el mismo objetivo: Doblegar a las personas, hacerlos sentir avergonzados, vulnerables, culpables, para que finalmente accedan a dar la repuesta que se espera de ellas. Esto las anula, dejándolas en una instancia de atadura o dependencia angustiados por lo mal que puedan responder.

Estas instancias pueden llevar al individuo a hacerse responsable de todo lo que acontece a su alrededor, pero es conveniente señalar que en estos casos la responsabilidad lleva un sobre peso que es “la culpa”.

Este tipo de vínculo no solo puede presentarse en una relación de pareja, también puede ser en una relación de amistad, laboral, incluso muy común en la relación padres e hijos.
Expresar lo que sentimos y lo que necesitamos, de manera clara y auténtica, nos brinda un doble beneficio… el de permanecer en contacto con nuestro propio interior y el de gestar relaciones vinculares más saludables y genuinas.
Clr. Graciela Taffarelli

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